Cuando ya se han plantado todas las semillas...
solo queda recoger la cosecha de quien eres.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Aún recuerda la niña que fue.

 

Nunca tuve suficiente fe.

Miento.

La tuve y perdí.

Perdí la fe cuando mi padre, hace más años de lo que alcanzo a recordar gritaba hasta taladrarnos los pensamientos.

Perdí la fe cuando mi padre, hace más años de los que puedo recordar, pegaba a mi madre y la caía al suelo.

Perdí la fe cuando mi padre, hace más años de los que puedo recordar, me levantaba la mano amenazante con ojos de loco.

Perdí la fe cuando mi padre, hace más años de lo que puedo recordar fustigaba a látigo a mi hermano pequeño por hacer travesuras absurdas, como huir por los tejados… para siempre regresar.

Perdí la fe cuando mi padre, hace más años de lo que alcanzo a recordar nos exigía que limpiáramos las jaulas de los pájaros cada sábado, sólo porque sí.

Perdí la fe y no recuerdo exactamente cuándo. Sólo montones de porqués.

Perdí la fe y jamás he vuelto a encontrar motivos para recuperarla en cuanto a los lazos afectivos con mi padre se refiere.

Los recuerdos vienen como relámpagos a mis vacíos infantiles de memoria, ahora que pasamos horas esperando para entrar en la sala de oncología. Ahora mi padre está muriendo. No conozco a ese anciano enfermo sin memoria que me llama como a mi hermana.

Intento clarificar qué siento exactamente. Poner nombre a esta emoción. No puedo hacerlo. Puedo descartar que se trate de esperanza. Ni bondad. Ni compasión. Ni piedad. Esto es un galimatías…

Y no sé qué hubiera sentido la niña que fui.  O qué hubiera sentido otra niña distinta, que creciera junto a un padre protector, cómplice, cuidador y amigo.

Qué temor no hubiera sentido. Qué alegría hubiera sentido. ¿Cómo sería esa niña, ahora?

¿Estaría donde yo estoy ahora? ¿Esperaría junto al que dicen que es su padre?

Un médico mira a un anciano desmemoriado.

Un anciano desmemoriado me mira a mí.

Yo miro (desmemoriada) atrás y veo a la niña que fui. Aún me recuerdo.






martes, 30 de octubre de 2018

antigua ventana al océano



Atravesando murallas milenarias. Cada día se pone el sol...

mucho tiempo atrás... y prevalece en el recuerdo...


Carlos Bernal Martínez de Salas, fallecido a los veintitrés años de edad.

Arte por las calles

Talentosos músicos por las calles de Dublín... Extraordinario...
Como tantos que van regalándonos su arte, en todas sus disciplinas, las nueve que existen ya para los expertos y críticos... ¡Ah! ¿¡ qué sería del Arte sin sus críticos!? ¡¡uh!!
Yo tampoco lo sabía, ¿eh?. Os lo comparto: arquitectura, danza, escultura, música, pintura, poesía (literatura), cine, fotografía e historieta.
Se dice de la fotografía que es una extensión de la pintura. No lo comparto personalmente. Creo que un arte. Aquél que capta del mundo real ese instante con su objetivo, porque le toca el alma. Eso es un arte.
Sin quitar mérito en absoluto al artista que con un pincel lo plasma en un lienzo, porque su instante (real o imaginario, mejor aún) le toca igualmente el corazón.
La historieta, que une pintura y cine, es de las últimas catalogadas como disciplina artística.
Pues eso, cuanto arte hay por ahí desperdiciado... qué lástima que haya tan poca igualdad de oportunidades para los artistas.
¿Verdad?


miércoles, 20 de abril de 2016

Salud Mental


Obra de Juan A. Caamaño, pintor portuense titulada "La Alameda y el mar",  Cádiz.




Acompañando a alguien esa mañana, pudo ser testigo de unos hechos que acontecieron en la oficina de administración y petición de citas del Centro de Salud Mental, de no importa qué lugar...


Las voces subían rápidamente de tono, y se levantó de su silla de la sala de espera, como tantas otras personas que concurrían por ahí. Una señora de cierta edad dictaba a su hija,  menor de edad sin duda, para rellenar un formulario de reclamaciones, al tiempo que la funcionaria de bata blanca se retiraba a su puesto con cara de circunstancia. 


_ Además de no tratarme con el debido respeto y consideración,  me han hecho perder toda la mañana para ir de un sitio a otro, sin atenderme hoy, que es para lo que venía _ decía mientras se retiraba el pelo de la cara y miraba fijamente si su hija escribía todo cuanto argumentaba.Junto a ellas, había otra mujer esperando a ser atendida. Miraba con descaro a madre e hija e interrumpió el dictado:


_ ¿Está segura de lo que está haciendo? ¿No cree que pueda arrepentirse después de presentar la reclamación?_ hablaba despacio_  Pueden fallar los sistemas, quienes los manejan... detrás de este mostrador hay seres humanos, con vidas como la suya, la mía... o peor incluso... ¿qué sabemos?


_ Yo sí lo entiendo, pero mi madre no tanto... está tan deprimida... ¿sabe?_ se lamentaba la joven. Había mucha tristeza en sus ojos...


_ Todos cuantos estamos aquí sufrimos por algo que se escapa a nuestro control. Pero añadir remordimiento por actuar sin pensar,  no nos hace bien... Es más, nos perjudica. ¿Para qué venimos aquí?  ¿Para que TODO lo hagan ELLOS?  En tal caso... cabe suponer que estarán estresados, cansados, e impacientes por irse a sus casas...  Si venimos aquí a pedir ayuda... ¿no sería más humano ayudarles en lo que podamos y tolerar un poco más, para que ellos nos toleren a nosotros, sus pacientes?


La niña miró a su madre, implorando...


_ Puede que tenga razón... aunque no me gusta nada que se metan en mi vida privada... ¿quién cree que es usted? _ interrogó la señora con las cejas fruncidas.


_ Alguien que supo retirar a tiempo una reclamación... porque un señor descarado, como yo ahora, me invitó a reflexionar... Y que espera a que usted se decida, porque también necesito pedir cita...


La señora quitó el papel a su hija suspirando y los hizo trizas...


Inmediatamente la chica de bata blanca se acercó al mostrador:


_ Me comprometo personalmente a solucionar este embrollo... 

miércoles, 10 de febrero de 2016

Esperando

"En el bache", Juan Antonio Caamaño, pintor portuense.



Mil y una noches de inviernos,
cien años sin soledades,
veinte poemas de amor sin canciones desesperadas,
lo que el viento se llevó, al infierno.
Un memorial sin convento,
nuestras memorias por África.

martes, 17 de noviembre de 2015

En otras tierras



Jamás hubiera imaginado que el destino me trajera al norte. Destino... Necesidad... 
Retomando sendas  con  ilusión  por  caminarlas con paso cauto y firme.
En ocasiones me asalta el miedo. Intento vencerlo oyendo mi voz interior, aquella que un día repentinamente me convenció a dar este paso.
Espero tener el valor suficiente,   la sabiduría necesaria,  y la humildad que requiere  mi propósito.